Una confusión, un laberinto, un misterio; lo nuevo, lo desconocido, lo diferente. Así era ella. Nunca fue sencilla, nunca fue fácil. Comprenderla era entrar en un universo donde sus reglas eran aquellas que reinaban.
Crear sus propias reglas y romperlas. Eso era lo suyo. Junto con el vestido negro de gala, los labios rojos carmín, esa pasión por los zapatos y la actitud escandalosa de aquella que sabe bien cómo, cuándo y qué quiere.
Y lo que ella quería siempre era divertirse con alguien, comprar zapatos, verse maravillosa y servirse a sí misma un trozo de la buena vida que tanto amaba; la vida tan promiscua, como siempre, se le entregaba sin pedirle nada. Ella lo pidió todo y todo le fue entregado.
Amaba, claro que amaba, y mucho. Sobre todo a sí misma. También al hombre de su vida, era todo y nada para ella. Como esas historias en donde por más personas que ella conozca, siempre sabe bien a quien ama, y amará por siempre.
La conocí hace ya algunos años en un lugar que prefiero no recordar, era tan distinta, tan ella, que comencé a detestarla (como siempre pasa con aquellas cosas que uno no alcanza a comprender y prefiere escapar por la tangente). No duró mucho ese sentimiento antes de que su personalidad me envolviera y me llevara con ella en el huracán que era su vida. Amistad, algo así podría llamarse lo que vino después; o quizá, y de manera más conveniente, cómplices. Cómplices de aventuras, de locuras, de travesuras, de engaños, de todo.
Recuerdo bien a aquella niña, extraño siempre esos momentos en que hablábamos de todo sin miedo a nada. La vida nos ha jugado una mala pasada, nos ha llevado por caminos distintos, nos ha distanciado. A pesar de ello, siempre hay algo de ella en mí, no sé que tanto ni cómo fue que sucedió, pero influyo en mi vida, al igual que las personas que llegan, te dicen algunas palabras y mueven tu alma por siempre.
En realidad no se trata de qué tan bueno o malo sea, que tan moral o inmoral era nuestra amistad, nuestra moral fue inventada por nosotras mismas y rota de la misma forma, fue guardada en un pacto de discreción ante el mundo. La historia que no debe ser contada.
Su historia quizá levantaría a santos de la tumba, asustaría al más libertino, a ella ya no le importa. La vida se le ofrece, fácil, libertina, promiscua; sin pedir nada a cambio. Ella sólo la toma, la hace suya. Al fin y al cabo todo se le ofrece a la reina de su universo.
2 comentarios:
Que loco estuvo eso jeje... me gusto lo oscuro de la narración
I Like! aP
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