El hombre desde siempre ha tenido ilusiones, aun cuando comenzaba a formar parte de esta humanidad esperaba que los Dioses por medio de sus alabanzas tuvieran compasión y les cumplieran sus favores respectivos: así podemos encontrar un número importante de Dioses que reflejan aquellas necesidades que el hombre esperada fueran cubiertas, con la ilusión de que determinado Dios les cumpliera sus peticiones comprándolos con ofrendas y sacrificios, por ejemplo el Dios de la guerra, de la lluvia y hasta de la fertilidad o el amor.
Aún cuando el tiempo ha avanzado y nuestras herramientas han cambiado, el hombre permanece ilusionado con sus ilusiones. Por definición, una ilusión es la esperanza que tenemos en algo realmente atractivo que es concebido como difícil de alcanzar. Siendo así, en la actualidad tenemos un mundo de ilusiones: el amor verdadero, los milagros, los viajes, nuestra profesión, un regalo excepcional, etc.
A pesar de ello y como bien lo dicta su definición, es la esperanza de que pase algo difícil, aunque desear que suceda, no significa que esto en realidad ocurra y es así que comienzan también las desilusiones. Una desilusión duele, lastima, molesta y deja cicatrices. A pesar de ello, no existe nada que valga más la pena que una ilusión.
Cuando nuestro primer amor nos hiere, cambia o termina, duele ¡y vaya que duele! tanto que sentimos morir. A pesar de ello ¿quién preferiría no haberlo vivido nunca?, no haber experimentado ese primer beso, esa primera ilusión del amor eterno. Aun cuando el dolor es profundo, es difícil aceptar que alguien nos advirtiera: “No lo intentes al final te desilusionara el amor”. O por ejemplo, que alguien mencionara: “No llegaras lejos con tu sueño tal, al final te desilusionaras, mejor no lo intentes y así ya no sufrirás”.
Las ilusiones son una especie de origen de los sueños; comenzamos ilusionándonos con algo determinado, pronto ese algo se convertirá en un deseo y en poco tiempo en un sueño que deberemos cumplir, pero si dejamos de intentarlo y nos sentamos a esperar que las cosas lleguen por sí solas por miedo al fracaso, la probabilidad de tener un sueño y cumplirlo será mínima. Nuestra vida se sentirá vacía, triste, gris.
Las ilusiones traen entonces consigo una fuerte probabilidad de desilusión, a pesar de ello creo que la mejor opción será siempre ilusionarnos, aventarnos y correr el riesgo de que ese sueño se convierta en una desilusión y comprender que es parte de seguir vivo. Los sueños son la mejor forma de vivir la realidad.
Cada ilusión que uno agarra, toma y abraza con todas sus fuerzas será entonces la mejor fuente de un mundo de ilusiones nuevas. El ser humano se ilusiona con las ilusiones, vive de ellas, come y sueña sobre ellas. Al ser humano le fascina ser un ser humano, le ilusiona.
3 comentarios:
Me gusta mucho tú título y también tu final "Al ser humano le fascina ser un ser humano, le ilusiona". Finalmente la escencia de todo ser ser humano son sus sueños, sus "ilusiones".
Una vez más me sorprende la soltura con la que escribes, me gusta mucho tu estilo (como ya te había dicho una vez), optimista e idealista. Mucha suerte en este proyecto naciente. FELICIDADES!!
Siempre le imprimes sentimiento, y no solo tratas de llenar el papel, ademas de que parte de ti se va en tus textos. ME GUSTA MUCHO!!
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